Expectativa Divina
Lectura Biblica: Hechos 3:4-9
El relato de la sanidad del cojo en la puerta del templo llamada la Hermosa es un testimonio poderoso del poder transformador de Jesucristo en nuestras vidas. Pedro y Juan, llenos del Espíritu Santo, se encontraron con este hombre necesitado y experimentaron la dirección divina para ofrecerle algo mucho mayor que lo que esperaba.
En primer lugar, observamos la atención que Pedro y Juan brindaron al cojo. Fijaron sus ojos en él y le dijeron: «Míranos». En un mundo donde muchos pasan desapercibidos y se sienten invisibles, esta acción muestra la importancia de reconocer y mostrar interés genuino por aquellos que necesitan ayuda. A menudo, Dios nos llama a prestar atención a las necesidades de los demás y a ser sus manos y pies en el mundo.
El cojo, esperando recibir limosna, se encontró con algo inesperado. Pedro declaró: «No tengo plata ni oro, pero te daré lo que poseo: en nombre de Jesús de Nazaret, comienza a andar». Aquí vemos la dirección divina en acción. Pedro reconoció que el poder verdadero no reside en la riqueza material, sino en el nombre de Jesús. A veces, nuestras limitaciones aparentes son oportunidades para experimentar el poder sobrenatural de Dios en nuestras vidas.
Pedro tomó al cojo de la mano derecha y lo levantó. En ese acto, vemos la ayuda que el cojo necesitaba para poder dar el primer paso hacia la sanidad. A menudo, Dios nos rodea de personas y circunstancias que nos brindan el apoyo y la fuerza necesarios para enfrentar los desafíos que enfrentamos. Es importante recordar que no estamos solos y que podemos confiar en Dios y en aquellos que Él pone en nuestro camino.
La obediencia del cojo y el poder divino se encontraron en un momento milagroso de curación. Sus piernas y tobillos se fortalecieron, y se puso de pie y comenzó a andar, saltando de alegría. Este acto de curación no solo fue físico, sino también espiritual. Nos enseña que, al confiar en Cristo y caminar en obediencia a Su Palabra, podemos experimentar una transformación profunda en todas las áreas de nuestra vida.
Finalmente, la gratitud inundó el corazón del cojo recién sanado. Su primera reacción fue entrar al Templo caminando, saltando y alabando a Dios. La gratitud auténtica nos lleva a la adoración sincera. Reconocemos que cada bendición que recibimos viene de Dios y que Él merece toda nuestra alabanza y agradecimiento.
Hoy, reflexionemos sobre este pasaje bíblico y consideremos cómo podemos aplicar sus lecciones en nuestras propias vidas. Recordemos la importancia de prestar atención a las necesidades de los demás, confiar en el poder de Jesús, buscar la ayuda y el apoyo de quienes nos rodean, obedecer Su Palabra y responder con gratitud en la adoración. Que esta historia nos inspire a vivir en una comunión más profunda con nuestro Gran Médico JESÚS.