De un amigo a sus amigos
- edubetetto
En el libro de Filipenses 1:1-7, encontramos un hermoso testimonio de amor y la amistad profunda entre el apóstol Pablo y los filipenses. Esta relación no solo fue marcada por el afecto y la gratitud mutua, sino también por la búsqueda conjunta de la santidad y la paz de Dios. A través de este devocional, exploraremos cómo el amor, la santidad y la paz son fundamentos esenciales para establecer una relación transformadora con Dios y con nuestros hermanos en la fe.
1. El amor que se comparte: En sus palabras de saludo, Pablo expresa su profundo amor y aprecio por los filipenses. Su vínculo era tan fuerte que él los consideraba como «hermanos» y «compañeros» en el evangelio. Este amor no era superficial, sino que se manifestaba en acciones concretas de cuidado, apoyo y oración mutua. Asimismo, los filipenses también amaban a Pablo y le brindaban su apoyo constante en sus ministerios. Este amor mutuo y desinteresado es un modelo para nosotros, recordándonos la importancia de amar y servir a nuestros hermanos en la fe, mostrando así el amor de Cristo al mundo.
2. La búsqueda de la santidad: Tanto Pablo como los filipenses compartían un anhelo común por vivir una vida santificada. Pablo se presenta a sí mismo como «siervo» de Jesucristo, sometiéndose voluntariamente a la voluntad divina. Los filipenses, a su vez, habían perseverado en su fe y estaban comprometidos con el crecimiento espiritual.
La santidad implica apartarnos del pecado y buscar una vida en conformidad con la voluntad de Dios. En nuestra vida diaria, esto implica tomar decisiones que reflejen la pureza, la honestidad y el amor de Cristo. Busquemos la santidad con fervor, sabiendo que es el deseo de Dios para nosotros. 1 Tesalonicenses 4:3.
3. La paz que sobrepasa todo entendimiento: En medio de las dificultades y persecuciones, Pablo les desea a los filipenses la paz profunda y sobrenatural que solo proviene de Dios. Esta paz trasciende las circunstancias y nos sostiene en cualquier situación. Es un regalo divino que se experimenta al confiar plenamente en Dios y descansar en su amor y fidelidad. En un mundo lleno de ansiedad y caos, esta paz nos distingue como hijos de Dios y nos permite ser testigos de su amor transformador.
Aplicación práctica:
1. Cultiva el amor fraternal en tu comunidad de fe. Busca oportunidades para expresar tu aprecio, cuidado y apoyo a tus hermanos en Cristo.
2. Comprométete a vivir una vida de santidad, tomando decisiones que honren a Dios en todas las áreas de tu vida.
3. Busca la paz de Dios en medio de las dificultades. Confía en su fidelidad y entrega tus preocupaciones y ansiedades en sus manos.
Oremos: Padre celestial, ayúdanos a cultivar un amor profundo hacia nuestros hermanos en la fe, a vivir una vida de santidad y a experimentar tu paz en medio de cualquier circunstancia. Capacítanos para reflejar tu amor a aquellos que nos rodean y ser instrumentos de tu gracia transformadora. En el nombre de Jesús, amén.